Así, el proyecto denominado «RFID. De la granja al consumidor», financiado por la Unión Europea, pretende demostrar que este tipo de tecnología puede ser muy útil a pequeñas y medianas empresas del sector de la alimentación. Y es que, según fuentes de la institución docente, estos sistemas permiten identificar productos y mejorar los procesos de las industrias, con el fin de aumentar la calidad de los alimentos que se ponen a disposición de los ciudadanos.
La industria del alimento es una de las que ofrece mayor potencial para beneficiarse de una tecnología como es la de RFID ya que permite, por ejemplo, aumentar la seguridad sobre el origen de los productos que se usan para elaborar los alimentos, así como reducir desperdicios durante el proceso de elaboración de alimentos, optimizando costes de los procesos, y mejorando la calidad de los alimentos que llegan al consumidor. El objetivo fundamental del proyecto es demostrar que la nueva tecnología RFID es útil en todas las etapas de la cadena alimenticia, desde la granja al consumidor final, permitiendo realizar un seguimiento riguroso de la calidad de los productos utilizados en la elaboración de alimentos, incluso a nivel de todos los países de la Unión Europea.