Los botes vacíos, que llevan asignado un código de barras asociado al nombre del paciente, se colocan en un contenedor de plástico que lleva incrustada una etiqueta EMS 250S RFID con una identidad que se asocia por un lado, al código de barras de la botella vacía y por otro, al pedido del cliente almacenado en la base de datos. Cuando la botella vacía llega al dispensador de medicamentos un lector interroga la etiqueta del contenedor y rellena la botella de forma automática con la prescripción correcta. El control sobre el proceso de empaquetado y envío es tal, que se espera que el sistema disminuya la tasa de error en un 99%.
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