Las etiquetas se someten a una serie de lavados, desinfecciones y ciclos de vaporizaciones a 275 grados Fahrenheit para ser esterilizadas. Una vez finalizado el proceso, los investigadores intentan leerlas para comprobar que todavía funcionen. Las etiquetas también se probarán en entornos bajo cero que simulan las condiciones de almacenaje de equipamiento médico.
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