El sistema, que ya se ha implantado con éxito en museos como la National Gallery de Londres, el Museo de Arte Contemporáneo MOMA de Nueva York o el Van Gogh de Ámsterdam, es capaz de detectar en milésimas de segundo vibraciones, movimientos o alteraciones en los objetos de arte expuestos y almacenados. Monitoriza el estado de las obras en tiempo real y comunica al instante cualquier anomalía a los responsables de la seguridad del museo.
La solución se compone de varios elementos y se puede instalar sin afectar a la estructura del edificio. A cada obra de arte se asocia una etiqueta o tag de RFID, que identifica la pieza y la reconoce de forma inequívoca. Existen distintos tipos de tags para pinturas, vitrinas o tarimas, además de un tag especial para los propios vigilantes de seguridad. En tiempo real, el tag comprueba que el estado de la obra se corresponda con los parámetros preestablecidos y envía la señal a un lector, que, a su vez, manda los datos del tag al sistema central para que actúe según la configuración programada.