Patton dice que los implantes resultan demasiado pequeños para comunicarse con un satélite, y eso es sin tomar en cuenta las barreras que la señal del implante tendría que superar: metal, concreto, y el agua del cuerpo humano. Incluso con costosos sistemas de baterías a bordo no se pueden leer de una distancia mayor a 200 metros, sin interferencias en el camino.