El objetivo del gobierno británico de mejorar el gobierno corporativo con la aprobación de la Companies Bill, la equivalente inglesa a la Sarbanes-Oxley Act norteamericana, costará millones de euros en tecnología a las empresas que quieran asegurar que sus sistemas informáticos cumplen con las obligaciones reflejadas en la nueva ley.
La Companies Bill, aprobada como su homóloga norteamericana para evitar escándalos como los de Shell, Parmalat y Enron, se ocupa principalmente de las prácticas contables, prestando especial atención a los procesos de auditoría.
Según los analistas de The Butler Group, aunque los estándares de las auditorías británicas han sido tradicionalmente superiores a los norteamericanos, la Companies Bill eleva notablemente los requerimientos de estos estándares.
Los analistas de esta consultora entienden que las compañías que no realicen las inversiones necesarias rápidamente y de manera correcta corren un gran riesgo de ser penalizadas con las multas económicas recogidas en la nueva legislación.
Las principales áreas tecnológicas clave en las inversiones a realizar recogidas en el estudio de Butler Group son, en este orden, Business Process Management, Recuperación de desastres, Gestión de correo electrónico, Seguridad de Red, Gestión de Políticas, Record Management, y Búsqueda, Descubrimiento y Recuperación.
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