Actualmente, los productores tienen poco control sobre la calidad una vez que los productos entran en la cadena de abastecimiento. Si los productos se estropean, simplemente se botan, y es la responsabilidad del productor cubrir los costos para transportarlos al vertedero de basura. La etiqueta RFID orgánica le permitirá a los distribuidores controlar ciertos elementos, como la temperatura y la emanación de etileno (un químico que emanan las frutas al madurarse). Se espera poder identificar los riesgos de que los productos se estropeen y localizar con más precisión en qué parte de la cadena de suministro esto puede ocurrir.