La cerradura biométrica que ellos escogieron, la Biolock Modelo 333, emplea huellas digitales y una clave remota o maestra para desbloquear. Se pensaba que sería una de las más difíciles para ellos, sin embargo, descubrieron que resultaba una de las más fáciles, no por sus componentes biométricos, sino a causa de su diseño elemental de bloqueo. Burlar el bloqueo solo tomó dos segundos y una nota para que los integrantes del equipo describieran el cierre como un perfecto ejemplo de ingeniería insegura.
Aunque la cerradura Biolock estuvo entre las más fáciles de hackear, ellos también pudieron descifrar con relativa facilidad muchas otras cerraduras que se anuncian con estándares de alta tecnología y seguridad.