El gobierno británico, de la mano de Jacqui Smith, secretaria del interior, anunció la de las largamente anunciadas tarjetas ID que sucederán a aquellas que fueron desechadas al final de la Segunda Guerra Mundial, en medio de las críticas que las identifican como un caro ataque a las libertades civiles, mientras el gobierno justifica la medida en aras del combate al terrorismo y la inmigración ilegal.