El sistema, inventado por la empresa japonesa Hitachi, consiste en un láser que identifica el diseño de las microvenas bajo la superficie de la piel del dedo. Esta información es contrastada en cuestión de segundos con una base de datos de los clientes para verificar la identidad. Al contrario que las huellas digitales, que pueden ser potencialmente copiadas, el dibujo de las microvenas, argumenta Jones, no puede ser reproducido debido a que se encuentran debajo de la propia piel.