Mario Escarcega, especialista en trazabilidad internacional, explica que «desde que entró en vigor el Reglamento Europeo que obliga a controlar la trazabilidad de los alimentos, existen, de forma generalizada, ciertas confusiones y una falta de información mezclada con una actitud de relajamiento premeditado».
A inicios de 2003, cuando se empezó a anunciar la trazabilidad, la postura adoptada por las empresas -y que algunas mantienen actualmente- fue: «cuando la Administración llame a mi puerta, tomaré medidas». Hoy, con las diversas regulaciones locales e internacionales, la postura de algunos puede traducirse en lo siguiente: «las entidades reguladoras no saben lo que piden y una gran mayoría de empresas pequeñas podemos ir firmando el certificado de defunción, porque nos será imposible controlar la trazabilidad». Esto, pude escucharlo personalmente en una presentación sobre trazabilidad, cuando un empresario cárnico manifestaba la imposibilidad de saber de dónde procedían los hígados de cerdo mezclados en una amasadora de 150 Kgs. Una frase que hace patente la falta de formación de una gran parte de las empresas PyMEs en algo tan elemental y sencillo como un control de lote o partida.