De acuerdo con la Ley de Enjuiciamiento Criminal se define como “delincuencia organizada” la asociación de tres o más personas para realizar, de forma permanente o reiterada, conductas que tengan como fin cometer determinadas actividades delictivas; durante las Jornadas se ha puesto de manifiesto la presencia cada vez mayor de estas organizaciones en los delitos económicos cometidos en nuestro país, de los que podrían ser responsables en un porcentaje cercano a un 90%. “El problema no radica únicamente en este alto índice de delitos”, declara Juan José Matías, director del CODE y responsable del área de prevención del fraude de Experian, “sino también en la creciente profesionalización de estas bandas, que cuentan con organigramas cada vez más complejos, comparables en algunos casos a sus equivalentes en una empresa legal”.
Así la estructura de estos grupos altamente jerarquizados pasa por la especialización orientada a la eficiencia. De acuerdo con los expertos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en una organización típica cada función (ya sea ésta la obtención ilegal de datos, selección de víctimas idóneas, realización de falsificaciones, blanqueo de capitales o reinversión de los beneficios generados) es desarrollada por grupos diferenciados y altamente especializados y que, por motivos de seguridad, raramente se conocen entre sí. La expansión internacional se desarrolla bien mediante la creación de redes propias de distribución multi-territorial, o preferentemente mediante alianzas con grupos afines en los distintos países en los que operan. La última etapa de su actividad delictiva pasa forzosamente por un último delito, el blanqueo de las ganancias obtenidas.
La usurpación de identidad ha ido incrementando paulatinamente su importancia en la comisión de delitos de carácter económico, que van desde la solicitud de créditos en entidades financieras a la adquisición de bienes muebles mediante financiación, pasando por la falsificación de productos fiduciarios.
Tal y como comenta Juan José Matías, “estas bandas han desarrollado una precisión notable a la hora de seleccionar a sus víctimas; saben a quién atacar y se documentan extensamente sobre la persona y su situación económica, llegando, en algunos casos, a la suplantación física”. Una precisión que se está haciendo notar también en el terreno de la ciberdelincuencia, donde el futuro pasa por el denominado “spear phishing” en el que los envíos de e-mails priman calidad sobre cantidad. Basados en una rigurosa investigación de potenciales víctimas de alto nivel económico, a las que terminan por conocer en detalle, el desarrollo de textos personalizados adaptados al entorno, pautas de comportamiento o inversión de la víctima potencial, garantizan mayores tasas de apertura y respuesta a los e-mails y con ellas mayores beneficios. En definitiva, eficiencia económica.
La sofisticación y multi-territorialidad que caracterizan a la delincuencia organizada dificultan su persecución, por lo que se hace necesaria la colaboración de todos los actores implicados en la lucha contra el fraude, tanto a nivel nacional como internacional.