El artículo aborda dos de las críticas más habituales de los detractores de SOA. Por una parte, que sus despliegues requieren altos costes de instalación y que terminan generando enormes ineficiencias operacionales. Y por otra, la referida a la dificultad a la hora de comprobar cualquier cambio que se produzca en la arquitectura orientada a servicios de la compañía.
Frente a una y otra, Bertrand aboga por la utilidad de un sistema de BRMS para desbaratar los conflictos de entendimiento mutuo con los que se encuentran habitualmente los programadores y responsables de TI a la hora de adoptar una estrategia de la magnitud de SOA.