Durante siglos, las compañías e instituciones has utilizado el papel como soporte de todos sus documentos. Tras la aparición en los años 80 del procesador de textos electrónicos para la producción de documentos que luego eran siempre impresos en papel, tan sólo hace apenas una década que los documentos electrónicos han comenzado a ser considerados ellos mismos como documentos con peso legal.
Uno de los principales retos de las modernas compañías es aprovechar las ventajas del mundo digital sin por ello dejar de cumplir con los requerimientos legales en cuanto a creación, retención, acceso o destrucción de registros y documentos empresariales. Este briefing hace un breve repaso a la manera en la que la ley ha adaptado estos requerimientos a los documentos digitales. Aunque las referencias concretas son al marco legal australiano, muchas de las reflexiones son aplicables también a nuestro entorno legal.
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